domingo, 10 de diciembre de 2006

Pablo, Paul o Pablito, hijo de don y doña...

McCartney, nacido bajo el signo de Géminis en 1942, en Liverpool (cuando aún no se había estrenado "Casablanca" y ya comenzaban a caer las primeras bombas sobre los cuarteles de Alemania), era el menos perezoso y el más ambicioso de Los Beatles, un cuarteto fosforescente que sigue cantando y bailando a nuestra espalda.

En realidad, pensándolo bien y arriesgando una brizna de malicia, se podría decir que Los Beatles no fueron cuatro, sino tres y uno. Uno de los tres era Ringo Starr, el baterista, que nació y se crió en una zona de deshechos industriales. Poco amore encontró Ringo en aquel paisaje sobrado de cemento donde, como hongos, brotaban los grandes contenedores de basura. Ahí hurgaba el futuro tambor de nuestras vidas y cada vez que encontraba un talonario de facturas se lo llevaba a su casa para jugar a los gerentes y ensuciarse con carbónico las yemas de los dedos. ¿Ustedes pensarán que lo obligaban a lavarse las manos antes del almuerzo?

A la "coneja"...hay que correrla...
Error. En casa de Ringo, muchas veces, la comida no existía. Cuando llegó el momento de ganarse el pan y la cerveza, se transformó en un pibe de los mandados, un rascabuche de implacable buen humor que aprovechaba las horas de silencio en los boliches para aprender a tocar la batería. Al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios y a Ringo lo que es de Ringo: era tan capaz de acompañar a la Sinfónica de Moscú como a la orquesta de Hugo Forestieri.
Cuando Los Beatles lo conocieron ya era una estrella del "rioba" que llevaba un dedo en cada anillo o al revés. Y cuando se disolvieron, fue el único que no dijo una palabra sobre el tema. Hoy es un bisabuelo que cobra 20 de los grandes por hacer de jurado en los concursos de belleza. Siempre lo tuvo claro: no había que luchar contra la riqueza sino contra la pobreza.

Rebelde sin pausa....
Otro de los tres era Juan (John) Lennon, miembro explosivo de una familia tan irregular que jamás llegó a ser una familia. Un chico poco convencional que escribía sentencias de una línea ("Perdamos la guerra sin matar a nadie") y que, en cuanto pudo, desertó de las convenciones escolares para refugiarse en el estudio del Arte. ¿Arte? le preguntaba la tía Mimí, su hada protectora. ¿Y de qué vas a vivir? Entonces John pegaba un portazo y ponía la música a todo lo que da. A este beatle agresivo y socarrón, el rock lo calzó en la boca del estómago cuando aún no le habían crecido los bigotes.
El problema es que todo lo entusiasmaba pero nada le duraba demasiado. Se peinaba como un delincuente juvenil de serie B, usaba botas cortas de "malevo" y no le alcanzaban las tachuelas para decorar su campera de cuero. Las fotos de la época lo muestran sentado arriba de un capot y con los puños cerrados. Escribía poesías, tocaba la guitarra, la iba de lobo estepario y no usaba los anteojos que le habían recetado para sosegar la miopía "porque le daba vergüenza". Lennon, un rebelde con causa, murió asesinado por un estupido tumbado que sabía todas sus canciones de memoria.


Y el último de los tres signados por un origen proletario fue Harrison, George, quien debió soportar a lo largo de su infancia una buena dosis de tensiones familiares. Los hombres de su familia dejaban de afeitarse y usar corbata de un día para otro y las mujeres al llegar la noche sollozaban. Sin embargo las cuitas domésticas no lo alteraban excesivamente porque George tenía los afectos centrados en la viola, cuyo dominio adquirió practicando a lo bestia y en desorden: por la mañana escuchaba Les Paul y por la noche a Andrés Segovia. Era un fan confeso de John Lennon, y fue su incorporación en realidad la que convirtió a Los Beatles en Los Beatles.
George era el que siempre sabía cómo había que poner los dedos. No es casual que se reunieran en el baño de George para, durante las giras, "chamuyar" familiarmente en los hoteles.
En realidad lo que tenían era miedo de dispersarse y, por intuición, deducían que mientras permanecieran junto a él el grupo se sostendría. Harrison, que a lo largo de su vida sólo peleó consigo mismo, fue derrotado hace un lustro por un cáncer. La insoportable tristeza de su mirada lo decía.

Y ahora volvamos a Pablo Pablito o Paul, el único que mantuvo durante su formación una razonable distancia con la "mishiadura". Nadie obedecía al pito de las 6 en la familia Mc Cartney, los niños se acostaban a dormir a las 10 y si le pedían a Papá Noel una guitarra, el 24 se deslizaba por la chimenea y se las dejaba al pie del arbolito.
Todo lo que había que hacer a continuación era tocarla y Paul era una destilería de melodías. Cuando hizo contacto con Lennon, a la historia del pop se le cayeron los dientes.
Eran un banco de canciones, la entidad donde depositamos todos nuestros ahorrillos. Mc Cartney nunca tuvo cuentas que ajustar con nadie porque siempre tuvo lo que quiso y sabía lo que quería.

Siempre lo siguieron los dinerillos...
Se casó tras mucho noviar con Linda Eastman, millonaria, y hasta que ella falleció, ambos se vanagloriaban de no haber pasado una sola noche separados. Sus hijas nunca estuvieron a tiro de los colmillos de la prensa y cuando Los Beatles bajaron la persiana, superó el duelo trabajando como un buey y formando un grupo nuevo.
Realizó exposiciones de pintura, escribió música "seria", su fortuna es considerada una de las más significativas del Imperio y cuando a los 60 años súbitamente decidió reanudar su andadura sentimental, casándose con una modelo en retirada a la que llevaba "una pierna" y 27 años de ventaja, parecía que lo suyo era vencer y no pelear.

Y,... alguna no se tiene que dar...
Pero la experiencia matrimonial resultó un fracaso y su nombre apareció repetidamente inserto en las columnas de la prensa del corazón y el calzoncillo. Cualquiera, con 64 años, como él, se hubiera callado y lo hubiera aceptado.
Error. El "pibe 10" no se rindió y grabó un disco, Chaos and creation in the backyard, que la cátedra compara con lo más sabrosón de su juventud, la nuestra, amada y perdida y reencontrada en el mismo lugar donde comenzó y comienza nuevamente.

Pablo Pablito, Paul, toca por y para nosotros. Amén.





LOS BEATLES (nota relacionada)
Lanzan un nuevo álbum 36 años después...
El álbum "Love" de The Beatles fue lanzado mundialmente y tiene la particularidad de poseer el clásico sonido estéreo y el de más alto nivel auditivo 5.1 (audio surround) por lo que saldrá en dos discos compacto en formato de DVD. El CD “Love”, que ya se comercializa, contiene 78 minutos de canciones con un alto nivel auditivo. “El arte nos reunió otra vez a los cuatro”, expresó un conmovido McCartney.

De acuerdo a la información de la discográfica EMI, durante una "escucha" de la impecable placa, el precio de venta en Argentina será de 170 pesos (la edición doble) y alrededor de 50, con un sólo CD.
El esperado disco de Beatles contiene 78 minutos de música, mientras que el DVD de audio surround, es una versión extendida con una duración de 81 minutos.La unión de Ringo Starr y Paul McCartney, junto a Yoko Ono Lennon (viuda de Jhon Lennon) y Olivia Harrison (George Harrison), hizo que George Martin (legendario productor Beatles), realizara mezclas con las cintas masters originales para una colaboración con el espectáculo del Cirque du Soleil.

Reliquias
De esta forma, por el CD que contiene 26 temas imperdibles, se pueden encontrar joyas como "Get back", "Eleanor Rigby", "Something", "Help", "Blackbird/Yesterday", "Lucy in the sky with diamonds", "Lady Madonna", "Revolution", "Hey Jude", "A day in the life", "Sgt. Peeper's lonely hearts club band" y "All you need love", entre otras.Entre temas, se encuentra perfectamente sincronizado una entrada en clima, con sonidos que van desde el sintetizador, hammond, cello y una orquesta de cuerdas, invitando al goce de volver a escuchar las voces de Paul, Jhon, George y Ringo

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