sábado, 24 de marzo de 2007


Un perfil indispensable



Organismos de DD.HH., sociales y partidos políticos realizarán a las 11.30 un homenaje al periodista, escritor y militante a 30 años de su desaparición


La prosa de Rodolfo Walsh era como un buril por su precisión y, a la vez, como una espada en la garganta de la dictadura militar que ni las balas ni el terror de aquellos días pudieron silenciar. A 30 años de haber escrito la "Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar", difundida un día antes de su asesinato, su vida de periodista y escritor es considerada un ejemplo cuando se habla del compromiso del militante y del intelectual peronista de izquierda. Con su periodismo de investigación y su prosa obsesiva -ningún adjetivo mal puesto, pulir la grasa de los diálogos, como decía de él Primera Plana-, Walsh dejó una obra en la que abrevaron legiones de periodistas que buscaban un estilo.


Tal como ha sucedido con otros ilustres del gremio, como Osvaldo Ardizzone u Osvaldo Bayer, Walsh fue también el periodista a seguir por sus investigaciones profundas que dieron testimonio de una época, como "Operación Masacre", "¿Quién mató a Rosendo?" y el "Caso Satanowsky".


En 1969, en Madrid, Juan Perón le presenta al sindicalista Raimundo Ongaro, secretario general de la CGT de los Argentinos, y el 1ro. de mayo aparece el semanario CGT, que Walsh funda y dirige por pedido del jefe del Justicialismo.


Tras acercarse a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Walsh ingresa en 1973 en la organización Montoneros con el grado de oficial segundo y bajo el alías de "Esteban" para trabajar en el área de información junto a su amigo, el desaparecido poeta Paco Urondo. Luego del golpe del 24 de marzo de 1976, encabezado por Jorge Rafael Videla, crea la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA) con la que empieza a denunciar los crímenes de la dictadura, tanto en el país como en el exterior.


Pero su honestidad intelectual y militante lo lleva también a plantear diferencias con la línea política de la conducción de su organización, a abogar por un repliegue para evitar la derrota que sufriría Montoneros junto con otros grupos guerrilleros. "Es uno de los primeros que escribe que esta organización ha sido aniquilada" y que "les dice, además, que corren el riesgo de no poder desandar el camino en una patrulla perdida", dijo una de las hijas del periodista, Patricia Walsh.


Pero Montoneros nunca se hizo eco de las advertencias de Walsh, quien al cumplirse un año del golpe escribió la famosa "Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar". Allí denuncia que ya había en el país por lo menos 15.000 desaparecidos, 10.000 presos políticos, 4.000 muertos y decenas de miles de desterrados. "Es la cifra desnuda de ese terror", escribe. Un día después, Walsh acude a un cita engañado, con una pistola Walter PPK, calibre 22, oculta entre sus ropas. Al verse acorralado, el escritor hirió a uno de sus agresores, que quedó rengo, y luego murió acribillado a balazos.


Más tarde, su carta a los militares comenzaría a conocerse y su nombre empezaría a ser citado como uno de los ejemplos más dignos del compromiso del militante e intelectual.


En su carta de despedida a su hija Vicky, que murió poco después combatiendo también para Montoneros, Walsh escribió: "Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria. Ahí te guardo, te acuno, te celebro y quizá te envidio, querida mía".

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